martes, 1 de noviembre de 2011

LAS PALABRAS JESÚS DE NAZARET






LA ORACIÓN DE CRISTO POR SUS DISCÍPULOS


Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo para que él pueda traerte gloria; pues tú le has dado autoridad sobre todo hombre y mujer en la tierra, para que él pueda dar vida eterna a los que tú le has dado.

Y ésta es la vida eterna: Que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quién tú has enviado.

Yo te he glorificado en la tierra, completando el trabajo que me diste para hacer. Ahora, Padre, revela mi gloria mientras estoy en tu presencia, la gloria que yo tuve contigo desde antes del principio del mundo. Yo te he reservado a aquellos que del mundo me diste. Ellos eran tuyos, y tú me los diste a mí, y ellos han aceptado tu palabra. Ahora ellos saben que todo lo que me has dado viene de ti. Yo fielmente les he transmitido las palabras que me diste. Ellos las han creído, y han llegado a conocer en su corazón que yo he venido de Dios, enviado a ellos por ti.

No oro por el mundo, pero por aquellos que tú me has dado, pues verdaderamente ellos son tuyos. Todos éstos que han creído en mí, son tuyos, y ellos me honran. Vuelvo a ti al cielo, pero aquellos que creen en mí, permanecen en este mundo. Padre, guárdalos por el poder de tu nombre; para que todos ellos sean uno, como nosotros somos uno.

Mientras estuve en el mundo con ellos, yo los mantuve con el poder que me diste; los guardé y ninguno se perdió (excepto el hijo de la destrucción, para que se pudieran cumplir las Escrituras).* Ahora vengo a ti, pero digo estas cosas mientras estoy en el mundo, para que ellos puedan experimentar la medida total del gozo en sus corazones.

Les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado, porque ya no son hijos de este (tenebroso y decadente) mundo, así como yo tampoco lo soy. No te pido que los saques del mundo, pero que los mantengas seguros del malvado, pues como yo,  no son hijos de las tinieblas. Hazlos santos con tu voluntad, pues tu palabra es verdad.

*Refiriéndose a Judas Iscariote.

Así como tú me enviaste al mundo, los envió a ellos al mundo. Y por su causa, yo me consagro para que ellos puedan ser santos, y crezcan en la verdad.

No oro solamente por estos, sino también por los futuros creyentes, quienes vendrán a creer en mí por el testimonio de ellos. Permite que todos estén unánimes en mutuo amor, como tú y yo somos uno; que como tú estás en mí, y yo en ti, así ellos estén en nosotros, para que el mundo sepa que tú me enviaste.

Yo les he dado la gloria que tú me diste; para que ellos sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que ellos lleguen a ser perfectamente uno; y para que por esto el mundo comprenda cabalmente que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Que ellos (algún día) estén conmigo donde yo estoy; viviendo mi gloria, que tú amorosamente me diste desde la fundación del mundo.

Padre de bondad y verdad, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y estos que creen en mí ahora saben que tú eres el que me ha enviado.

Yo les he dado a conocer quién eres tú, y continuamente te revelaré a ellos, para que el amor que me tienes pueda morar en sus corazones, y para que yo también pueda residir en ellos. Así sea.


1996, R. L. Cantaleon


LAS PALABRAS JESÚS DE NAZARET





LA GRAN COMISIÓN

Como el Padre me ha enviado, así yo los envío.


Dejen que aquellos que están, espiritualmente muertos atiendan a sus negocios terrenales; pero ustedes vayan y proclamen la venida del Reino de Dios al mundo en espera.

Hay una gran cosecha frente a ustedes, pero desgraciadamente, son pocos los trabajadores. Oren al Señor de la cosecha para que Él envíe más labradores a recoger su cosecha. Nadie que pone sus manos en el arado y luego mira hacia atrás, con deseos de dejar la misión, es digno del reino de dios.

Ustedes, los que creen en mí, harán las mismas obras que yo hago, y aún más grandes (porque yo tengo que volver a mi Padre celestial).

Si quieres servirme, sígueme; y donde yo esté, allí también estarás tú, mi siervo, y mi padre te honrará.

Vayan, anuncien: “El reino del cielo ha llegado a ustedes”.

¿Sanen a los enfermos, restauren a la salud a los leprosos, resuciten a los muertos, echen fuera demonios! Acuérdense de lo que les he dicho, “¡Gratuitamente han recibido esta nueva vida. Den gratuitamente!”

Aquellos que traten de salvar su vida, al final la perderán; pero aquellos dispuestos a perderla por mi causa, descubrirán la vida. Si no están conmigo, están en mi contra; y los que no recogen conmigo, desparraman.

Cuando sean invitados a entrar a una casa, ofrezcan una bendición, diciendo: “La paz sea a esta casa”. Si aquellos en la casa son de paz, la bendición de ustedes será aceptada y se beneficiarán. Si no, los beneficios de su bendición volverán a ustedes.

No vacilen en aceptar hospitalidad (espero no olviden el propósito de su visita, resistan la distracción). Disfruten de la comida o bebida que les ofrezcan, porque el obrero es digno de su salario.

Aquellos que reciban a los que yo envío con este mensaje, también me reciben a mí y los que me reciben, reciben a Aquel que me envió.

Les advierto que hay algunos que intentarán silenciar sus voces; que los llevarán a la corte, y los tratarán injustamente, y aun tratarán de ponerlos en prisión. Debido a mi mensaje, serán llamados a testificar ante aquellos que no creen: autoridades, gobernadores y reyes.

Si son acusados y llevados a corte, no teman por falta de palabras. Les serán dadas en aquel instante. No necesitarán confiar solamente en sus palabras, porque el Espíritu de su Padre hablará por ustedes.

Recuerden (en el reino de la tierra) el siervo no es mayor que su señor. Si me han perseguido a mí, también a ustedes los perseguirán; castigándolos por mi causa (sin reconocer quién fue el que me envió a este mundo). Sin embargo, si ellos aceptan y siguen mi mensaje, también aceptarán el de ustedes.

Si yo no hubiera venido con el mensaje de la verdad, los habitantes del mundo no habrían podido estar conscientes de sus faltas y conductas pecaminosas. Ahora no tienen manera de esconder sus hechos (tras su previa ignorancia de la verdad). Si yo no hubiese realizado entre ellos tantos milagros grandiosos, no hubieran comprendido sus imperfecciones. Pero ahora (aquellos que han rechazado la verdad) han visto los milagros, y me han odiado a mí y a mi Padre.

Esto ha sucedido, para que se cumpla la profecía: “Me han odiado sin motivo.”

Este es un fuego que he visto a traer sobre la tierra. ¿Cuántos anhelos verlo encendido? ¿Se imaginaron que yo había venido a traer calma y tranquilidad a la tierra? ¡No! Les digo, yo he venido a traer la división: pues de ahora en adelante habrán cinco en casa, divididos en lo que ellos deben de creer, tres contra dos, y dos contra tres.

Un padre estará contra su hijo, el hijo contra su padre; la madre contra su hija, y la hija contra su madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra. Hermanos traicionarán a sus hermanos, hasta hacerlos morir y padres a sus hijos. Los hijos se levantarán contra sus padres, y los matarán.

Cuando se enfrenten con el odio del mundo, recuerden cómo me aborrecieron a mí primero.

Y si ellos persiguen en un lugar, huyan al próximo lugar. El Mesías retornará antes de que hayan alcanzado todas las ciudades del mundo. Si una ciudad rehúsa aceptarlos, o escuchar su mensaje, sacudan el polvo de esa ciudad de sus pies cuando se vayan. Créanme, en el día del juicio final, será mejor haber sido de Sodoma y Gomorra, que de esa ciudad.

Si siguieran la manera de actuar del mundo, el mundo los amaría. Pero porque ustedes siguen los caminos del reino, como yo les he llamado al reino, el mundo los despreciará y los odiará.

Cualquiera que escuche sus palabras, me escucha a mí, y aquellos que los desprecien (debido a sus palabras de verdad), a mí me desprecian. Al rechazarme, rehúsan a Aquel que me envió.

Sufran la crítica de los escépticos e incrédulos, por amor a mi nombre. Permanezcan firmes; al hacerlo así, serán salvos.

Les he dicho estas palabras para que crean en mí, y siguiendo mis palabras, puedan hallar paz. En el mundo tendrán sufrimientos y problemas, pero alégrense, porque yo he vencido al mundo.

Por tanto, vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio. Pues el Hijo del Hombre no ha venido a destruir vidas, sino a salvarlas.


1996, R. L. Cantaleon



LAS PALABRAS JESÚS DE NAZARET




DISCIPULOS Y SIERVOS


No pueden permitir que dos amos gobiernen su vida; porque odiarán a uno, y amarán al otro, o se apegarán a uno y despreciarán al otro. No pueden servir a dios si siguen siendo esclavos de los  dioses de este mundo.

¿Quién de ustedes, habiendo planeado construir una torre, no se sienta primero y calcula el costo, a fin de asegurarse de que tiene suficiente dinero para terminarla? De otra manera, puedes echar el cimiento y luego ser forzado a abandonar el proyecto. Aquellos que han estado observando tu progreso se burlarían de ti, diciendo: “El comenzó a construir, pero ahora está en bancarrota.”

¿Pueden imaginarse ustedes, a un gran rey que se prepara a defender su reino contra una armada invasora, si primero sentarse con sus consejeros militares para considerar si su ejército de diez mil es capaz de derrotar la fuerza de veinte mil del enemigo? Si sus consejeros no ven la oportunidad de victoria, el rey rápidamente enviará a sus embajadores a encontrarse con el enemigo que se acerca, para intentar negociar paz antes de que comience la batalla.

A menos que ustedes estén dispuestos a considerar el costo y comprometerse totalmente, no podrán verdaderamente seguirme.

Un día un hombre muy rico fue informado de que su contable estaba robándole de sus inversiones. Llamó al hombre y le preguntó: “¿Por qué oigo estas acusaciones contra ti? Enséñame las transacciones, o no serás más encargado de mis cuentas.”

Entonces el contador o administrador razonó dentro de sí: “¿Qué haré? Si él examina los libros, me despedirá. Soy muy débil para hacer trabajos manuales y muy orgulloso para mendigar.”

Ideó un plan muy astuto para que si fuera despedido, quedara en buenas con los deudores de su señor, y ser aceptado entre ellos. Primero llamó a cada uno de los deudores de su señor, y le preguntó: “Cuánto debes?”

El primero contestó, “Cien galones de aceite”

“Mira”, le dijo el contador o administrador “toma tu cuenta y escribe cincuenta.”

Al próximo en línea le preguntó también: “¿Cuánto debes? Tú”

“Mil fanegas de trigo”, fue la respuesta.

El contador o administrador le dijo: “Toma tu factura y apunta ochocientas.”

Cuando el señor supo la trampa de su contador o administrador, en vez de enfurecerse, sólo lo exaltó por su sagacidad.

¿Cómo es que los hijos de este mundo, en esta generación, aunque actúan deshonestamente, son frecuentemente más hábiles que los hijos de la verdad? Pero, ¿Deberías vivir por estas reglas, comprando amistad a través del engaño? ¿Podría esta manera de vivir asegurar tu entrada en la eterna mansión celestial? ¡No! Quiero recordarles, la persona que es diligente en cosas pequeñas, también será encomendada con muchas, y la persona que es deshonesta en cosas pequeñas, también será deshonesta con muchas. Si en ustedes no se pueden confiar riquezas terrenales, ¿Cómo se les podría entregar las verdaderas riquezas espirituales? Y si no han sido leales con lo que pertenece a otro, ¿Quién les ofrecerá de sus propias riquezas?

Los envío como ovejas entre lobos: así es que, sean sabios como serpientes, pero sencillos como palomas.

Ustedes han visto cómo los reyes y grandes gobernantes de la tierra ejercen su autoridad, y se enseñorean sobre sus pobres súbditos. Esto no es propio para ustedes que pertenecen al reino de Dios. Cualquiera de ustedes que desee ser el más grande, tienen que ser primero servidor de todos.

Aun yo, el Mesías, no vine a ser servido, sino vine para servir y para dar mi vida como rescate por muchos.

Si ustedes saben estas cosas, afortunados son si las hacen.

Continúen en la luz de mi palabra; entonces serán verdaderamente mis discípulos.

No sean como los falsos religiosos que inventan leyes y ordenanzas. Ellos se glorían en sus reglamentos y luego ni tan siquiera cumplen uno de ellos. Ponen cargas pesadas de legalismo en la cerviz de sus seguidores, mientras ellos ni tan siquiera sueñan con observar semejantes reglamentos.

Cuando el Mesías vuelva en su gloria, y todos los santos ángeles con Él, se sentará en el trono de su gloria celestial. Todas las naciones se reunirán en su presencia; y Él separará los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Las ovejas las pondrá a su derecha, y las cabras a su izquierda.

Entonces el Rey dirá a los de su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, entren en la heredad del reino, preparado para ustedes desde la fundación del mundo. Porque estaba hambriento, y ustedes me ofrecieron alimento. Estuve sediento, y me trajeron algo para beber. Fui forastero, y me recogieron. Estuve desnudo, y me vistieron. Estuve enfermo, y cuidaron de mí. Estuve prisionero, y me visitaron.”

Entonces los justos contestarán asombrados: “Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento, y te alimentamos, o sediento, y te dimos algo de beber? ¿Cuándo te vimos como un forastero, y te dimos refugio, o necesitado de vestido, y te vestimos? ¿Te vimos alguna vez enfermo, y te cuidamos, o en prisión y te visitamos?”

El Rey responderá: “Verdaderamente les digo ahora; en cuanto ustedes han hecho todas estas cosas aún por el más pequeño de mis hermanos o hermanas, lo han hecho a mí.”

Pero a aquellos a su izquierda el Rey dirá: “Apártense de mí. Porque estuve hambriento, y no me dieron de comer. Estuve sediento, y no me ofrecieron nada de beber. Fui un forastero, y ustedes me rechazaron. Estuve enfermo, y ustedes no cuidaron de mí. Estuve en prisión, pero ustedes no me visitaron.”

El Rey responderá: “En verdad les digo; por cuanto ustedes no cumplieron en hacer estas cosas ni por el más pequeño de mis hermanos y hermanas, han faltado de hacerlo por mí.”

Estos entonces serán enviados al castigo eterno, pero los justos, a vida eterna.

Ustedes me llaman Maestro y Señor, y están correctos en esto, porque lo soy. Si yo pues, su Señor y Maestro, estoy dispuesto a ser su humilde siervo, entonces ustedes también deben estar dispuestos a servir los unos a los otros. Les he dado un ejemplo; deben hacer lo mismo que yo he hecho por ustedes.

1996, R. L. Cantaleon





LAS PALABRAS JESÚS NAZARET





AL SER NACIDO DE NUEVO


No te asombres de que te diga que tienes que nacer de nuevo.

De cierto te digo, si no naces de nuevo, no podrás ver el reino de Dios. A menos que no hayas nacido de agua y del Espíritu Santo, no podrás entrar al reino de Dios.

Aquello que nace de la carne, carne es; y aquello que nace del Espíritu, espíritu es. El viento sopla donde quiera, y oímos el sonido que hace, pero nadie puede decir de dónde viene ni a donde irá. Así es para todos los que nacen del Espíritu.

Nadie cose un pedazo de tela nueva en un vestido viejo y podrido, porque el tejido nuevo tirará del vestido viejo y los romperá, y el desgarre se hará peor. Tampoco viertes vino nuevo en barriles viejos. Temerías que los barriles viejos se rompieran, el vino nuevo se derrama, y la inversión se perdiera. En vez, viertes el vino nuevo en barriles nuevos y así los dos se conservan.

¿Cómo es que con tanta educación todavía no saben estas verdades?

Si les he dicho estas cosas usando ejemplos terrenales, y ustedes no comprenden, ¿Cómo comprenderán si les hablo de cosas celestiales?

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. Cualquiera que cree en Él no es condenado, pero cualquiera que no cree, ya ha sido condenado porque no ha creído en el nombre del único Hijo de Dios.

Yo soy la resurrección y la vida. Quienquiera que crea en mí, aunque muera en esta tierra, vivirá otra vez; ¡Le será dada vida eterna y no perecerá! Yo les he dicho muchas veces, si creen en mí, verán la gloria de Dios.

Mi misión es efectuar el propósito de Aquel que me envió, y completar su obra. Esta es la voluntad de Dios: que lleguen a creer verdaderamente en él, el Mesías, a quien Él ha enviado.

Un hombre tenía dos hijos. Un día el más joven dijo a su padre: “Padre, dame la parte de mi herencia.” Así pues, el padre le dio la parte que le correspondía.

No mucho después, el joven reunió sus posesiones, y viajó a un país lejano. Allí desperdició sus riquezas viviendo viciosamente.

Cuando hubo gastado hasta el último céntimo, hubo una escasez de alimentos en todo el país. Su situación se hacía cada día peor.

Finalmente encontró empleo, cuidar cerdos para un ciudadano de ese país. (Práctica que violaba su educación religiosa).

En su desesperación, se vio a punto de comer de las algarrobas con que él alimentaba a los cerdos, pero recobrando sus sentidos pensó: “¡Los sirvientes de mi padre tienen más que suficiente pan para comer, y hasta les sobra mucho; mientras que yo estoy a punto de comer el alimento de los cerdos para no perecer de hambre! Regresaré a mi padre, y le diré, ‘Padre, he pecado contra ti y contra el cielo. Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo. Déjame ser, por lo menos, uno de tus empleados’.”

Con este plan en su mente, se levantó del polvo y emprendió el largo viaje hacia su padre.

Cuando estaba aún a gran distancia, su padre lo vio, y lleno de compasión por él, corrió y lo abrazó tiernamente.

El hijo comenzó: “Padre, he pecado contra el cielo y en tu presencia, y ya no soy merecedor de ser llamado tu hijo.”

Pero el padre dijo a sus siervos: “Traigan mi mejor vestido y vistan a mi hijo. Pongan mi anillo de autoridad en su mano, y mi mejor calzado en sus pies. Traigan del campo el becerro más gordo y mátenlo, y vamos a comer y hacer fiesta. Porque este, mi hijo, estaba muerto, y ahora está vivo otra vez; se había perdido, y ahora lo hemos encontrado.” Entonces comenzó una gran celebración.

Como a la misma hora su hermano mayor regresaba de trabajar en el campo, y mientras se acercaba a la casa oyó la música y las danzas. Llamó a uno de los criados, y le preguntó: “¿Qué significa esta celebración?”

El sirviente respondió: “tu hermano menor ha vuelto a casa, y tu padre ha matado al becerro más gordo, porqué él ha regresado bueno y sano.”

A esto, el hermano se enfureció mucho, y rehusó entrar al banquete; así es que, su padre salió y le rogó que entrara.

Pero él contestó: “Mira, todos estos años yo te he servido, sin romper jamás ni una de tus ordenes, sin embargo, tú nunca me has ofrecido fiestas para celebrar con mis amigos. Ahora, mi hermano vagabundo regresa, quien sin duda malgastó su herencia con prostitutas, y matas el mejor becerro para celebrar.”

El padre les dijo: “Hijo mío, tú siempre has estado conmigo, y sabes que todo lo que poseo es tuyo. Está muy bien que celebremos y demos gracias, pues tu hermano estaba muerto y vive otra vez; estaba perdido pero ahora lo hemos encontrado.”

Si no se convierten, y son como pequeñuelos, no encontrarán al reino del cielo. El hijo del hombre vino a salvar a los que están perdidos; porque no es la voluntad de su Padre que está en el cielo, que se pierda ni aun el menor de ustedes.

Pues Dios amó tanto al mundo, que Él dio a su único Hijo, para que todo aquel que crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna. ¿Creen esto?


1996, R. L. Cantaleon


LAS PALABRAS JESÚS DE NAZARET




CUARTA PARTE

EL LLAMADO A UNA NUEVA VIDA

LA LLAMADA


Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los escogí a ustedes para que vayan y produzcan buen fruto en sus vidas: fruto que perdure.

Un hombre que tenía dos hijos, le dijo al mayor: “Hijo, ve a trabajar hoy en mi viñedo.”

“No lo haré”, contestó el hijo, pero luego cambió de parecer y fue e hizo lo que su padre le había ordenado.

Luego el padre le dijo al hijo menor: “Ve tú también al campo.”

El inmediatamente contestó: “Así lo haré”. (Pero no movió ni un pie para obedecer).

¿Cuál de estos dos hijos cumplió el mandamiento del padre?

Consideren esta parábola: Hombre maligno y prostitutas entran al reino del cielo antes que ustedes. Ellos han oído el llamado al arrepentimiento y se han vuelto a Dios. Ustedes al contrario, han oído la llamada y han vuelto la espalda.

¿Por qué me llamas bueno? No hay ninguno bueno, excepto Dios. Tú sabes los mandamientos: No cometas adulterio. No mates. No hurtes. No levantes falsos testimonios. Honra a tu padre y a tu madre. Aún fallas en esto (honrándome sólo de palabras), no usando todo: tus riquezas, tus posesiones y tu vida, para ayudar a los necesitados. Haz esto y tendrás tesoros en el cielo.

Si quieres seguirme, tienes que despreciar tus deseos y tus caminos, y tomar tu cruz diariamente, y seguirme. Los que quieren salvar su vida tienen que perderla primero: cualquiera que voluntariamente pierda su vida por mi causa, la encontrará.

Un rey organizó las bodas de su hijo, el príncipe.

Envió a sus siervos a las provincias de su reino a convidar a los que habían sido invitados a las bodas, pero los invitados rehusaron venir.

Así pues, el rey envió a sus siervos, diciendo: “Díganle a los invitados a la boda que he preparado un gran banquete. He matado mis bueyes y mejores reses, y todo está preparado. Vengan a la boda.”

Pero los súbditos tampoco hicieron caso de esta invitación, y se fueron; unos a sus fincas, y otros a sus negocios en el pueblo. Los súbditos que quedaron echaron mano a los siervos del rey y los golpearon hasta matarlos.

Cuando el rey supo lo que había sucedido, se enfureció. Inmediatamente envió a los soldados de su corte. Estos apresaron a los asesinos y los ejecutaron y quemaron sus casas hasta el polvo.

Entonces el rey dijo a sus siervos: “La boda está lista, pero aquellos invitados no eran dignos de venir. Vayan pues, a los que encuentren en las esquinas de las calles y en el camino fuera de la ciudad, e invítenlos a la celebración de la boda.”

Así, los servidores del rey fueron a las esquinas de las calles de la ciudad. Luego fueron a los caminos e invitaron a todos los que encontraron, malos y buenos; y la sala de la boda se llenó de personas.

Pero cuando el rey vino a ver a sus convidados, se quedó asombrado al ver a uno comer sin vestir el traje de bodas (que había sido provisto). Le preguntó: “¿Cómo es que tú has venido a la fiesta sin tu traje de bodas?”

Pero el hombre no le dio respuesta.

Entonces el rey dijo a sus sirvientes: “Aten a este hombre de pies y manos, y llévenlo y échenlo en la obscuridad, donde hay lágrimas de remordimiento y pesar.”

Porque les digo, muchos son llamados (al reino) pero pocos son escogidos.

Ha llegado el tiempo. El reino de Dios está cerca. Yo los escogí de entre la manera de vivir del mundo. Arrepiéntanse y crean en el evangelio.

Nadie puede venir a mí, si no lo trae el Padre que me ha enviado, y resucitaré a esa persona en el último día. Todos ustedes, quienes el Padre me ha dado, vendrán a mí y cualquiera que viene a mí, yo nunca lo rechazaré.

¿Creen porque les he dicho estas cosas? Verdaderamente, verán cosas aún más grandes que estas.

Entren por la puerta angosta, porque ancho es el sendero y espacioso es el camino que lleva a la destrucción, y muchos van por esa puerta. Pero angosta es la puerta y angosto es el camino que lleva a la vida, y hay pocos que la encuentran. Así es que, pongan todo esfuerzo por entrar por la puerta que lleva a la vida. Un día, muchos desearán cambiar repentinamente de camino, pero será muy tarde para ello.


1996, R. L. Cantaleon



  LO SIENTO. Hace muchos años cuando creí que era "totalmente iluminado" y "más allá del ego" (¿entiendes el chiste?) Yo...