Débil por la vejez y los achaques, una comadreja no podía dar caza a los ratones, por lo que se puso a acecharlos desde un montón de harina. Llegó descuidado un ratón, y sorprendido en el acto, pagó con la vida su distracción. Pereció enseguida otro del mismo modo, y aún siguieron diversas víctimas, pero llegando un ratón muy experimentado, que se había escapado diversas veces de trampas y ratoneras, conoció el ardid de la comadreja, y dijo: "Por mi vida, que aunque estés empolvada y cubierta de harina, te he de conocer siempre".
"Preciso es estar siempre advertidos para no caer en los lazos del enemigo. A veces lo que no se logra con la fuerza se adquiere con el ingenio".
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