Un niño y su padre caminaban entre las montañas. De repente, el hijo tropezó y cayó al suelo gritando Aaahh!
Para su sorpresa, oyó una voz a lo lejos que gritaba como él.
Con curiosidad el niño preguntá: "¿Quién está ahí?"
"¿Quién está ahííí´...?", le respondieron.
Molesto con la respuesta, el niño gritó: "¡Cobarde!" Pero le respondieron de la misma manera: "¡Cobardeee...!"
El niño desconcertado le preguntó a su padre: "¿Qué sucede papá?"
El padre, sonriendo le dijo: "Hijo mío, presta atención"
Se levantó y dirigiéndose a la montaña, gritó: "¡Te admiro!". La voz respondió: "¡Te admirooo...!"
Volvió a gritar: "¡Eres un campeón!". Y la voz le respondió: "¡Eres un campeónnn...!"
El niño estaba asombrado y no entendía. "Se llama Eco", le explicó el padre, "aunque en realidad es la vida. Te devuelve todo lo que dices o haces. Nuestra vida es simplemente un reflejo de nuestras acciones".
"Sí deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor. Si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean. si quieres recibir una sonrisa, sonríe a los que conoces".
La actitud con la que encaramos la vida es el semblante que mostramos a los demás, si es amoroso recibiremos amor, pero si es odio o resentimiento, estaremos recibiendo esos vicios de los que hoy en día disfruta la sociedad.
Fuente: "Palabras para el Alma", de William Alducin, editorial LIBUK
No hay comentarios:
Publicar un comentario