martes, 8 de noviembre de 2011

LAS PALABRAS JESÚS DE NAZARET






QUINTA PARTE

LOS ULTIMOS DÍAS DE CRISTO EN LA TIERRA


LA TRAICION



¿Cómo es que traicionas al Hijo del hombre con un beso, arrestándome como si fuera un ladrón, cargando espadas y mazos? Todos los días estuve entre ustedes en el templo, y nunca me echaron mano. Pero esta es su hora y el poder de las tinieblas está trabajando.

Todo lo que fue escrito por los profetas acerca del Mesías se cumplirá. Será entregado a la custodia de los paganos, se burlarán de él, será tratado con desprecio y maltrato. Lo azotarán y lo matarán, pero al tercer día él resucitará.

Pronto tengo que dejar esta tierra y marcharme adonde ustedes aún pueden seguirme. He deseado comer esta Pascua con ustedes antes de que sufra, pues les digo en verdad: no comeré la Pascua otra vez, hasta que todo lo que esto significa sea cumplido en el reino de Dios, ni beberé del fruto de la viña, hasta que venga el reino de Dios. Este pan es mi cuerpo el cual es entregado por ustedes. Cómanlo en memoria de mí. Este vino representa el nuevo pacto de salvación de Dios, sellado por mi sangre, la cual derramo en favor de ustedes.

Tengo que dar mi vida, como fue predicho por los profetas, pero ¡ay! del hombre que traiciona al Hijo del hombre. Habría sido mejor si ese hombre no hubiera nacido. No me refiero a todos ustedes, pues conozco muy bien a los que he escogido, pero tiene que cumplirse la escritura que dice: “Uno que comparte mi pan, me traicionará.”

Les digo esto ahora antes de que suceda, para que luego crean en mí.

¿Se vanaglorian por estar dispuestos a dar su vida por mí? tristemente, esta noche todos ustedes me abandonarán como lo ha escrito el profeta: “Mataré al pastor y las ovejas se dispersarán.”

¡Oh!, Padre, si es posible, permite que yo no pase por esta prueba tan severa. No obstante, que no se haga mi voluntad, sino la tuya.

He aquí, ha llegado la hora para que el Hijo del hombre sea entregado en las manos de pecadores.

Miren, aquellos que viven de la espada morirán por la espada.

¿No saben que yo podría rogar a mi Padre, y Él podría enviar doce legiones de ángeles para mi defensa? Pero, ¿Cómo se cumplirán las Escrituras que dicen que debe de suceder así?

Ahora el Hijo del hombre será glorificado, y Dios se glorificará en Él.


1996, R. L. Cantaleon



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