viernes, 28 de octubre de 2011

LAS PALABRAS JESÚS DE NAZARET






EN UNA VIDA FRUCTIFERA


Conocerás a las personas por los frutos en su vida.

Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal ha perdido su sabor, ¿cómo podrá volver a ser salda? No sirve para nada, sin solamente para ser tirada y pisoteada.

¿Recoges uvas de los espinos o higos de entre las zarzas? De la misma manera, todo árbol bueno produce fruto bueno y todo árbol malo produce solamente fruto malo.

Un árbol bueno no puede producir fruto malo: tampoco un árbol malo produce fruto bueno. Todo árbol que produce fruto malo es cortado y usado como leña para el fuego.

Por los frutos en la vida de las personas, serás capaz de distinguir con facilidad la clase de vida que estas han escogido para vivir: vidas sanas o vidas malas.

Un hombre plantó una higuera en su viñedo. Por tres años esperó que esta diera fruto, pero no dio ningún fruto.

Finalmente al viñador encargado de la higuera: “Por tres años he venido, cada año espero ver fruto en esta higuera, pero aún no ha dado fruto. ¿Por qué he de mantenerla ocupando espacio en mis tierras? Córtala y échala abajo.”

Pero el viñador le respondió: “Déjala un año más, hasta que yo tenga la oportunidad de cavar alrededor de ella y la abone más. Si luego da fruto, bien; y si no, entonces, harás bien en cortarla y echarla abajo.”

Cuando sus vidas producen fruto, mi Padre es glorificado y ustedes son mis verdaderos discípulos. Porque una persona buena produce el bien de lo bueno que atesora adentro, mientras que una persona perversa de la maldad que lleva en su corazón, produce una vida malvada (sin fruto).

Un agricultor fue a su campo a sembrar. Mientras sembró, algunas de las semillas cayeron a la orilla del camino, y las aves descendieron y se las comieron.

Algunas semillas cayeron en lugares pedregosos, donde no había mucha tierra. Brotaron rápidamente en la tierra de poca profundidad, pero carecieron de raíz, fueron quemadas por el sol y se marchitaron. Algunas de las semillas cayeron entre espinos, y los espinos crecieron y las ahogaron.

Pero algunas de las semillas cayeron en buena tierra, y rindieron un a buena cosecha; algunas se multiplicaron ciento por ciento, otras a sesenta, y algunas a treinta.

Cuando uno oye la palabra del reino, y no la entienda, el enemigo viene y roba la semilla que ha sido sembrada en el corazón. Esto es como la semilla que cayó en la orilla del camino.

La semilla que fue esparcida en tierra pedregosa representa a aquellos que oyen la palabra, y ardientemente la acepta, pero no tienen raíces de convicción interna. La experiencia dura por un tiempo, pero cuando se presentan las calamidades y las persecuciones debido a sus decisiones de seguir la palabra de verdad, se desaniman y se pierden.

La semilla que fue sembrada entre los espinos representa a aquella que oye la palabra pero deja que los quehaceres de este mundo y el engaño de las riquezas los abrumen. La palabra es ahogada y sus vidas se hacen infructuosas.

La semilla que cayó en tierra buena representa a aquéllos que oyen la palabra y entienden su mensaje. Sus vidas rendirán una cosecha abundante: unos a ciento, a sesenta o treinta veces más que aquello que se plantó.


1996, R. L. Cantaleon


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